El
papel que juega la diversidad cultural en el entorno universitario radica en la
educación como medio para subsanar todos aquellos conflictos culturales que han
existido en los últimos tiempos. Así mismo, es en la educación donde se puede influir
de forma directa para sentar las bases de una convivencia intercultural entre
las personas.
A
partir de la década de los setenta, términos como inclusión, integración,
diversidad, diferencia, interculturalidad, multiculturalidad, entre otros, han
tomado cada vez más fuerza. Son respuestas a las demandas de reconocimiento que
ciertos grupos minoritarios realizan, a fin de que la sociedad a la que
pertenecen garantice su acceso equitativo a los derechos, entre ellos a una
educación que reconozca sus saberes propios y diversos. De esta forma, la
inclusión y multiculturalidad, valores propios de aceptar la diversidad
cultural, permiten mitigar los conflictos y fortalecer el proyecto de unidad
nacional, consecuencias que pueden ser analizadas desde los diversos procesos
de investigación y reflexión en torno a la diversidad y el entorno
educativo.
Ahora
bien, el mundo laboral es cada vez más impulsado por la globalización, lo que
requiere en el ambiente educativo ciudadanos con una formación en valores,
capaces de tener una visión enfocada a la integridad cultural. Es mediante la
interacción con personas de diferentes culturas que la habilidad de aprendizaje
incrementa, aquel contacto con formas de pensar heterogéneas permiten
experimentar cambios hacia una perspectiva más amplia del alrededor y la vida misma.
Del mismo modo, dicho conocimiento permitiría una mayor empatía, generando
relaciones productivas que estimulen la creatividad e innovación por medio del
intercambio de ideas y prácticas, en aras de ser puestas al servicio del
progreso de la sociedad.
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